Job

Esta historia es una de mis favoritas de la biblia. Se lo que siente perder injustamente todo lo que es tuyo por derecho divino y ver como después de la prueba todo empieza a caer de nuevo en su orden. Hace algún tiempo me debatía internamente entre el actuar del Rey David y el actuar de Job. Hoy lo veo mas claro y creo que se debe ser prudente en cuanto a tomar decisiones. Creo que hice lo mejor al pensar y actuar como Job. No fue fácil pero gracias a esta enseñanza pude mantener la calma, pude esperar, pude trabajar tranquilo sabiendo que pronto todas las pruebas tendrían sentido.
Les dejo este texto por si les ayuda como a mi a pasar por tiempos difíciles sin perder la fe.

Job era un hombre justo.
Temía a Dios y todo lo hacía de acuerdo a la voluntad del Señor.
Dios lo bendijo abundantemente. Tenía siete hijos y tres hijas. Sus tierras ocupaban una vasta extensión, llenas de ganados, ovejas y camellos. Sus hijos disfrutaban la vida y cada día uno de ellos daba un banquete en su casa e invitaba a todos sus hermanos. Después de que ellos comieran, Job ofrecía un sacrificio a Dios. Lo hacía porque pensaba que uno de sus hijos había pecado y maldecido a Dios en su corazón. Quería que Dios los perdonara por sus pecados.
Un día, los ángeles fueron donde Dios y Satanás acudió con ellos. Dios habló a Satanás de Job. Le contó que no había un hombre sobre la Tierra tan justo como él. Evitaba el mal, estaba limpio de culpa y temía a Dios. Satanás replicó que Dios había bendecido a Job en todo y que ésa era la razón de que él temiera que Dios pudiera arrebatarle todas sus riquezas. Lo instó a quitárselo todo, y ver así como, con seguridad, lo maldecía. Dios dijo a Satanás que pusiese a Job a prueba tanto como deseara pero sin poner ni un dedo sobre él.
Así, un día, mientras sus hijos e hijas estaban comiendo y bebiendo vino en la casa del hermano mayor, un mensajero vino a Job y le dijo que la casa se había derrumbado y que todos sus hijos estaban muertos. Otro mensajero le contó que todas sus ovejas y ganados habían sido robados. Aun otro mensajero vino a contarle que todas sus cosechas estaban quemadas. Un último mensajero vino a contarle que la tribu vecina había asesinado a sus criados y robado sus camellos. Job oyó esto pero no maldijo a Dios.
En la segunda prueba de Satanás, Job se cubrió de llagas de la cabeza a los pies, pero no pronunció una palabra en contra de Dios. Cuando su mujer lo incitó a maldecir a Dios y morir, le respondió que no hablase como una mujer tonta. Le preguntó si debería aceptar de Dios solamente el bien y no la tribulación.
Unos cuantos días después, tres amigos de Job vinieron a su encuentro. Sabían de su pérdida pero se sorprendieron de ver el cambio operado en él. Hicieron luto por su pérdida junto a él. Cuando se cumplió el periodo de luto, le hablaron. Le dijeron que Dios había hecho que perdiese todo lo que poseía, incluyendo a sus hijos. Que aunque era justo, Dios lo había castigado. Lo incitaron a maldecir a Dios por sus desgracias. Pero Job no dijo ni hizo nada salvo elogiar al Señor. Les dijo que Dios tenía sus propios caminos y que seguramente él habría hecho algo incorrecto para ser castigado de aquel modo. Fuera lo que fuese lo que dijeran sus amigos, él siempre defendía a Dios. De hecho, fueron ellos los que pecaron hablando en contra de Dios.
Dios estaba muy contento con Job y también aceptó sus sacrificios y oraciones en favor de sus tres amigos. Entonces Dios bendijo a Job y le dio el doble de lo que había tenido antes. Todos sus hermanos y hermanas lo visitaron y consolaron. Cada uno de ellos le dio una moneda de oro o de plata antes de marchar.
Tuvo más ganados que antes y sus tierras se extendían más allá de sus límites anteriores. De nuevo tuvo siete hijos y tres hijas, que eran las muchachas más bellas de la región y les dio una parte de sus propiedades. Vivió mucho tiempo después y vio a sus hijos y nietos hasta la cuarta generación.

Todo lo que es tuyo por derecho universal, simplemente es tuyo. 

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