Decida y Actue
Hacer o no hacer, he ahí el dilema.
Tomar la decisión de cambiar es el primer paso para mejorar, pero es ahí donde comienza el problema: hay que tomar la decisión. La indecisión puede acabar con el mejor de los proyectos.
Que no le pase como al Centauro, según narra el escritor Jorge Bucay:
“Había una vez un Centauro, que como todos los Centauros era mitad hombre y mitad caballo. Un día, cuando paseaba por el campo, sintió hambre. – ¿Qué comeré?– pensó.
“Claro, tenía el antojo de su mitad hombre y el antojo de su mitad caballo. – ¿Una hamburguesa o un fardo de alfalfa? ¿Un fardo de alfalfa o una hamburguesa?– se dijo.
Y como no se pudo decidir, se quedó sin comer.
Ya por la noche sintió sueño. – ¿Dónde dormiré?– pensó.
– ¿En un hotel o en un establo? ¿En un establo o en un hotel? Y como no se pudo decidir, se quedó sin dormir.
Sin comer y sin dormir, el Centauro enfermó. – ¿A quién llamaré?– pensó. – ¿A un médico o a un veterinario? ¿A un veterinario o a un médico?– Y como no se pudo decidir, el Centauro murió.
Los habitantes del pueblo encontraron el cadáver del Centauro en el campo y sintieron lástima por él. – ¿En dónde lo sepultaremos?– se preguntaron. – ¿En el campo o en el cementerio? ¿En el cementerio o en el campo? Y como no se pudieron decidir… Y colorín, colorado, este cuento nunca se supo que haya terminado.
Pienso en esta historia y cuánta semejanza le encuentro con la vida real ¿no es así?
Espero que no sea su historia o al menos, si es así, le deseo de corazón que deje de serlo y recupere el papel que históricamente le corresponde.
- El arbol rojo... Mario Rodriguez.
Tomar la decisión de cambiar es el primer paso para mejorar, pero es ahí donde comienza el problema: hay que tomar la decisión. La indecisión puede acabar con el mejor de los proyectos.
Que no le pase como al Centauro, según narra el escritor Jorge Bucay:
“Había una vez un Centauro, que como todos los Centauros era mitad hombre y mitad caballo. Un día, cuando paseaba por el campo, sintió hambre. – ¿Qué comeré?– pensó.
“Claro, tenía el antojo de su mitad hombre y el antojo de su mitad caballo. – ¿Una hamburguesa o un fardo de alfalfa? ¿Un fardo de alfalfa o una hamburguesa?– se dijo.
Y como no se pudo decidir, se quedó sin comer.
Ya por la noche sintió sueño. – ¿Dónde dormiré?– pensó.
– ¿En un hotel o en un establo? ¿En un establo o en un hotel? Y como no se pudo decidir, se quedó sin dormir.
Sin comer y sin dormir, el Centauro enfermó. – ¿A quién llamaré?– pensó. – ¿A un médico o a un veterinario? ¿A un veterinario o a un médico?– Y como no se pudo decidir, el Centauro murió.
Los habitantes del pueblo encontraron el cadáver del Centauro en el campo y sintieron lástima por él. – ¿En dónde lo sepultaremos?– se preguntaron. – ¿En el campo o en el cementerio? ¿En el cementerio o en el campo? Y como no se pudieron decidir… Y colorín, colorado, este cuento nunca se supo que haya terminado.
Pienso en esta historia y cuánta semejanza le encuentro con la vida real ¿no es así?
Espero que no sea su historia o al menos, si es así, le deseo de corazón que deje de serlo y recupere el papel que históricamente le corresponde.
- El arbol rojo... Mario Rodriguez.
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